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La crítica es solo crítica. No existe tal cosa como la "crítica constructiva" o la "crítica destructiva".
Cuando alguien critica a otro, se suele justificar diciendo: "es crítica constructiva". Lo hace para que el otro no se sienta agredido, claro; pero aquí, en este sitio, el fin es reflexionar sobre esas figuras semánticas que son de uso coloquial y que a lo largo de todo un proceso histórico han ingresado en nuestro lenguaje cotidiano hasta convertirse en verdades, agazapadas en la falta de reflexión y cuidado de nuestros pensamientos y palabras. Tal es el caso de palabras y frases como: "le hice una crítica constructiva" o "lo que me dijo me hizo sentir..." La segunda se refiere a lo que se suele decir ante la crítica, máxime cuando esta es a título personal.
Sin embargo, repito, la crítica es sólo crítica. Que sea constructiva o destructiva depende del receptor o depositario de la misma, no del emisor. Este puede, si quiere, imprimirle toda la mala fe posible a su crítica, lo cual será percibido por el receptor y lo notará por la entonación, la inflexión de la voz, los gestos y ademanes de aquel; pero que quede claro que el contenido es lo que constituye la crítica, lo demás es actuación, no debe importar, pues en realidad solo está emitiendo una opinión subjetiva; luego entonces no vale la pena pervertirse o corromperse por ello. Las opiniones son solo eso y por lo general, no son importantes, salvo cuando se ingresa al mundo del consumismo y se depende de la opinión o la crítica para el desplazamiento del producto que se comercializa. Pero ¿qué decir de la crítica amable? Lo mismo, es solo otra opinión, con una entonación diferente pero igualmente subjetiva y sin importancia, con la misma salvedad arriba expresada.
Cuando decimos que alguna opinión o crítica "nos hizo sentir..." estamos depositando nuestra responsabilidad en el otro, en el que emitió su crítica o su opinión. Eso, nos habla de una mala auto-estima y de inmadurez.
En el mundo de los adultos deberíamos ser maduros y permitirnos ser libres, aunque solo fuera para opinar y/o criticar. Libres y maduros también para asimilar la crítica. Nada nos obliga a tomarla en cuenta, a menos que dependamos de ella para colocarnos en el mercado. Aunque, si tal fuese el caso, seguramente estaríamos usando la mercadotecnia para hacer que a través de la publicidad, la opinión y la crítica nos fueran favorables.
Entonces tenemos por una parte a la crítica y a su emisor, y por otra, a la misma crítica y al receptor. Y como en todo lo que involucra a dos elementos que interactúan entre sí, debemos distinguirlo para conciliarlos.
En este caso, la conciliación aparece cuando somos lo suficientemente maduros para aceptar la crítica de la índole que sea; pero también cuando somos capaces de criticar sabiendo que solo estamos dando nuestra opinión y que esta, suele no importar. Aun cuando pueda ser importante.
Brujo Curandero.
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